Empatía es comprender al otro poniéndose en su lugar.
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ORIGEN DE LA PALABRA EMPATIA
La palabra empatía tiene origen griego, y su significado original era «pasión», hasta que Galeno en el siglo II a. C., la tomó prestada cambiándole el significado a dolencia o enfermedad. En el siglo XX, la psicología rescató esta palabra, y volvió a dar un giro a su significado, y la definición quedó similar a la que hoy se conoce, la participación interna, objetiva y profunda de un individuo en otro, en los aspectos más psicológicos y personales. Entonces, había que diferenciarla de la simpatía, que con un significado bastante acorde al de empatía, tiene unas connotaciones más subjetivas y espontáneas.
DÓNDE UBICAR LA EMPATIA
Dentro de la psicología existe un amplio espectro de posibilidades para utilizar y poder solucionar diversos problemas psicológicos, y se ha podido comprobar que unos de los elementos principales para esa solución, o para que no llegue a surgir problema alguna, es la capacidad de ejercer la empatía, la cual ubicada dentro de la inteligencia emocional, es la base de ella, y sin la cual difícilmente podrían edificarse el resto de pilares de una persona.
SIGNIFICADO DE EMPATIA
La empatía se define como la capacidad personal de comprender al otro, poniéndose en su lugar, y sintiendo lo que siente el otro. Se trata de una conexión mental muy potente, que alberga una gran capacidad intelectiva a quien la ejerce, y hace que el otro quede conmovido por la reacción de quien le ayuda, y quiera ser como él, empático. En suma, es una capacidad muy valiosa, que debería trabajarse desde la infancia, por el bienestar que produce cuando se pone en práctica, y por los dotes intelectivos que se aumentan al ejercerla.
NIVELES DE LA EMPATÍA
Cuando se ven personas que actúan de manera distinta ante la misma situación, se observa que la empatía se pone en juego, y lo que distingue la reacción de una y otra persona, es el grado de desarrollo de la misma. Una persona con un alto grado de empatía, será capaz en menos tiempo, de comprender al otro, y brindarle ayuda de la manera que sea, en cambio, otra persona con un nivel bajo o medio de empatía, a parte de que empleará más tiempo en darse cuenta de la situación del prójimo, actuará en función de su nivel empático, y muchas veces, las soluciones y ayuda prestada no irán acordes a las necesidades de quien pide esa ayuda, o simplemente la necesita.
ESCUCHAR A LA EMPATÍA
La empatía, arma infalible en el terreno personal, es la esencia de la comunicación verbal y no verbal, ya que pone en juego la capacidad de observación que una persona experimenta respecto a otra, cuando esta última atraviesa un momento complicado o inolvidable en su vida, y simplemente queda patente que ha sido comprendido de una forma única y agradable por la persona empática.
Una de las barreras que a veces trunca la evolución de la empatía, son los sentimientos, que se expresan de manera exacerbada y hacen que la persona se retraiga, o cambie de tema para no sentirse inseguro en aquello que le produce ese sentimiento de malestar.
Se ha observado que la mejor forma de superar esa barrera es facilitar la expresión a quien necesita esa ayuda empática, por lo que se debe potenciar ciertas conductas y hechos de la siguiente forma:
– la realización de escucha activa potente y real, sin menospreciar los motivos de dicha persona para actuar de la manera que está actuando.
– evitar hacer juicios morales de los hechos generados por la obligación del momento y sus circunstancias.
– utilizar un lenguaje positivo y acorde a lo que se quiere conseguir, de forma que el menosprecio y la ridiculización no tengan cabida en el diálogo que se propone con la persona sedienta de ayuda.
– evidenciar signos de acompañamiento hacia el otro, tolerando y entendiendo los motivos que le han llevado a necesitar esa ayuda, pero no compadeciendo y dejándose arrastrar hacia la situación negativa, motivo del sentimiento de incomprensión.
– sólo con escuchar a quien lo necesita se ayuda con mucha fuerza, no son necesarios los ejemplos propios de situaciones parecidas en estos momentos, ya que al contrario que ayudar, pueden llegar a hundir más profundamente a la persona, ya que verá que es complicado salir de donde está, y adoptará una actitud de indefensión aprendida difícil de erradicar.
DESARROLLO DE LA EMPATÍA
El quid del desarrollo de la empatía reside en la capacidad de los padres para saber sintonizar emocionalmente con sus hijos, en su justa medida, ya que tanto por exceso, dando demasiadas muestras de cariño a destiempo, como por defecto, creer que no es necesario el contacto físico con los hijos, a veces, se peca de padres desapegados, o demasiado protectores, cuyo resultado final modifica hacia el lado equivocado, el posterior desarrollo emocional y personal de los niños.
Hay que enseñar a los niños a saber poner palabras a lo que se siente desde la más tierna infancia, y considerar este escalafón imprescindible en el adecuado desarrollo de la comunicación emocional. Enseñar el aspecto sensitivo de las emociones y los sentimientos propios, ayuda a proyectar lo aprendido en el entorno, y llegar a desarrollar conductas empáticas con las personas que les rodean. De esta manera, los padres deben hacer partícipes a sus hijos de las emociones suyas y de ellos, potenciar que expresen emociones, identificar emociones en los libros, en los dibujos… Y poco a poco, se tendrán hijos capaces de empatizar en cualquier entorno.
Es importante enseñar ciertas habilidades a los niños, pero de la manera adecuada, por ejemplo, si tiene miedo a dormir a oscuras, la solución no es enfadarse y apagar la luz, mientras el niño se desgañita porque no sabe cómo superar ese miedo sin ayuda. Si se le acompaña en su lucha contra la oscuridad, con paciencia y actitud conciliadora, se conseguirá que el niño quiera aprender a dominarlo, y un día sorprenda a su madre, diciéndole que apague la luz para dormir, que ya no le da miedo.
Ese paseo y acompañamiento por la mente del niño, le refuerza en su aprendizaje emocional y en su desarrollo madurativo, y potencia su capacidad de decisión propia y de superación de sí mismo. Por estos motivos, se dejará la luz encendida, y gradualmente, se irá apagando. El tiempo que transcurre desde que el niño comienza a protestar hasta que el padre o la madre salen de la habitación enfadados y apagan la luz, supera el tiempo que pasará si se deja al niño navegar en la oscuridad, y toparse con la realidad.
Con estos gestos de comprensión y apoyo a los niños, se consigue un elevado nivel de autocontrol, de confianza en sí mismo, y de apertura a la experiencia, cruciales en el desarrollo de actitudes empáticas. Un niño emocionalmente maduro, es producto de un trabajo de los padres conjunto con su hijo, desde muy pequeño.
FINALIDAD DE LA EMPATÍA
Desde el inicio del proceso de interiorización de la empatía se consigue el objetivo de mostrarse más sensible a los demás en su conjunto personal. Si con mucho esfuerzo y colaboración de los padres, en la educación emocional de los hijos, se consiguen potenciales personas empáticas, comprensivas y segura de sí mismas, se está trabajando en la línea adecuada de alcanzar la cúspide de la empatía… Comprender al otro por encima de todas las cosas superfluas y distractoras del día a día, para generar una atmósfera de inteligencia, apoyo incondicional y autocontrol, muy rico en valores y actitudes, que harán del futuro un mundo más social y más cordial con la vida.
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